El Debate Publicitario







Las críticas sobre la publicidad han generado un debate intelectual y social que no parece desgastarse. Para entrar en él conviene situarnos en el contexto en el que se producen. 


Hoy en día la publicidad es una herramienta a disposición de todo tipo de anunciantes aunque sus objetivos pueden ser verdaderamente dispares.  


Es por esto por lo se debe obligar a que quienes utilicen la publicidad lo hagan respetando los límites legales, sociales y profesionales establecidos por las autoridades competentes y que permiten dirigir la actividad publicitaria y establecer cierto grado de control por parte de los gobiernos y los jueces.


Estos límites implican a todos los que trabajan con la publicidad: anunciantes, agencias y medios de comunicación.









Algunos de los aspectos que deben protegerse y por tanto respetarse al hacer publicidad son:
  • la libertad de elección del consumido
  • la libre competencia entre las empresas
  • el contenido del mensaje
  • las formas de expresión utilizadas
  • los objetivos perseguidos por el anunciantes.
Las principales críticas proceden de los ideólogos y de la propia audiencia. 


Es fundamental hacer notar que unos y otros juzgan exclusivamente la publicidad comercial, obviando a ONG´s, fundaciones, asociaciones, administraciones públicas, etc. que tambíen utilizan la publicidad para difundir mensajes a favor de causas nobles, modificar conductas, o incluso lograr el "no consumo".


Se trata de entender que si abogamos por suprimir la publicidad, debemos considerar las repercusiones sobre el sistema económico, social y cultural que esto tendría. 


Para ello debemos considerar que los efectos positivos de la publicidad son múltiples, destacamos algunos:

  • Activa la demanda, lo que fortalece la posibilidades de muchas empresas.
  • Aumenta la oferta, lo que permite elegir entre una mayor variedad de tipos, niveles de calidad, precios, etc.
  • Estimula la competencia, que atrae a nuevas empresas y favorece la mejora de las condiciones de la oferta.
  • Ofrece información que en algunos casos no obtendríamos por otras vías y que, en general, pueden compararse con otras fuentes.
  • Difunde alternativas de conducta y de valores diferentes, en función de quién sea el anunciante.
  • Financia los medios de comunicación, que en su mayoría no existirían sin la publicidad, con el consecuente daño sobre la disponibilidad de oferta mediática y la libertad de expresión.
Quizá sea interesante plantearse una reflexión personal acerca de si estamos dispuestos a asumir los cambios que se derivarían de la supresión de la publicidad


Por otra parte, se trata de una manifestación más de la cultura de un país que es posible analizar desde diferentes puntos de vista. Puede estudiarse su papel en las industrias culturales, su contribución a la cultura de masas, las aportaciones al estudio de la psicología humana, los contenidos sociales que transmite, su universo imaginario, el uso que hace del lenguaje en sus distintas manifestaciones (palabra, sonido e imagen), y su valor estético, artístico y ambiental. 


En definitiva, la función social de la publicidad supera la visión meramente económica del fenómeno.



Desde el ejercicio y desde el análisis de la publicidad, se pone de manifiesto la necesidad de ejercer un control sobre sus mensajes y su difusión. Además es pertinente regular otros aspectos relacionados con el sistema publicitario para asegurar que se realiza en las condiciones más convenientes. Como en cualquier otra actividad, se debe actuar contra los posibles abusos.


Pero, ¿quién controla al controlador?